20 febrero 2012

Consigna Febrero 2012: Intríngulis

Hola, la consigna es un ejercicio voluntario que hacemos cada mes en el grupo Adictos a la Escritura.
Consiste en escribir  un relato haciendo referencia en algún momento de la historia a la consigna (palabra) que se da cada mes. 
Este mes la consigna es: Intríngulis que significa complicaciones o dificultades. 
Espero que os guste a pesar de ser algo triste. 

AVISO
NO RECOMIENDO ESTE RELATO A MENORES DE 12 AÑOS


No había parado de  nevar desde la mañana pero ella tenía que salir de todas maneras, no podía esperar más tiempo, pues luego todo estaría mucho peor y sería imposible.
Caminando como podía por la nieve, sin el calzado adecuado y todo el abrigo que convenía llegó hasta el supermercado.
Tenía que comprar comida cómo fuera, a sus diecinueve años recién cumplidos tenía ya a dos pequeñas hermanitas mellizas que alimentar. Pues su madre había fallecido hacía pocos meses y ella había tenido que madurar de golpe.
El sueldo de su pésimo trabajo a penas no daba abasto, la crisis mundial en la que estaban metidos desde hacía años no mejoraba nada, el paro aumentaba cada vez más y a pesar de todo no podía quejarse, tenía que conformarse con lo que fuera o se quedarían en la calle.
Entró en el supermercado dispuesta a comprar pero… con el poco dinero que tenía no le llegaba para todo lo que en realidad necesitaba.
Casi más de la mitad del sueldo se iba en la hipoteca y las facturas.
A Laia no le gustaba ser ilegal, ni mentir, ni hacer cosas que estaban tan mal, pero recordar lo vacía que estaba la nevera la convenció.
Por suerte llevaba un bolso grande, así que sin que los trabajadores del supermercado se dieran cuenta metió dos cartones de leche y un paquete de arroz.

Después comenzó a meter otras cosas que necesitaba en el carrito, cómo aceite, yogures, embutido, pan, fruta… Vaya lo necesario para poder comer unos días.
Fue a pagar, nerviosa, no quería que la pillaran robando, sabía que estaba muy mal y se sentía mal consigo misma, pero en su vida todo eran intríngulis.
Estaba llena de problemas y complicaciones de las que no sabía como salir ella sola y sin ayuda de nadie.
Y es que su padre y la familia de este no querían saber nada de Laia y sus hermanas.
Se dispuso a pagar algo nerviosa, deseando que lo que llevaba en el bolso no pitará en las alarmas.
Pagó los alimentos que pudo comprar y los metió en bolsas, entonces fue hacía la puerta y hacía dónde estaban esas barras que podían delatarla con esos insoportables pitidos.
Pasó rápido, pero la maquina comenzó a pitar, salió corriendo.
-¡Eh sin vergüenza! –Gritó una de las cajeras que trataba de ir a por ella.
Laia seguía corriendo pero de repente se resbaló con la nieve y se dio un terrible golpe en la cabeza.



Se despertó en el hospital. ¿Qué había pasado? La hermana de su padre y un antiguo compañero de instituto estaban con ella en la habitación.
-¿Pero tía que haces tu aquí? ¿Y tú Dani?
-Hola, querida. Tu amigo me llamó.
-¿Qué? ¿Por qué? Un momento. ¿Y las niñas? ¿Qué ha pasado? –Comenzaba a ponerse histérica, puesto que no recordaba todavía el motivo que la había llevado hasta el hospital.
-Tranquila, tranquila. –Dijo Dani.
-Las niñas están en casa, con mi marido. Solo llevas aquí unas horas. –Respondió la tía.
-¿Y tú por qué la has llamado a ella eh? –Recriminó Laia a Dani enfadada.
-Bueno… De los pocos contactos de tu teléfono móvil fue la única que respondió.
-¡Y ya me extraña, si mi padre es un desgraciado y estos no quieren saber nada de nosotros!
-Vamos Laia, sabes que eso no es del todo cierto. No discutamos ahora estas cosas, tienes que recuperarte.
-¿Pero recuperarme de qué? ¡No se ni que hago aquí!
-¿No te acuerdas? –Dijo Dani –Bueno, normal con el golpe que te diste en la cabeza al salir corriendo…
-¿Corriendo por qué?
-Laia, intentaste robar comida en el supermercado. –Dijo su tía.

Todos los recuerdos volvieron a la mente de Laia como una especie de dolor de cabeza.
Uf, que vergüenza estaba pasando.
-Ya recuerdo…
-¿Hija mía se puede saber por qué haces estas cosas? ¿No ves que eso esta muy mal? Tus hermanitas no se merecen que tu pases tiempo robando y haciendo cosas malas en vez de cuidándolas. 
-¿¡PERO SERÁ POSIBLE!? ¿¡Cómo tienes la poca vergüenza de decirme esto, María!? ¡Me paso los días cuidando a mis hermanas y trabajando todo lo que puedo para que no les falte nada! ¡Si ese mal hombre que tenemos como padre nos pagara la manutención de las narices y mi madre no hubiera muerto por su culpa quizá no tendría que robar comida para alimentarlas!
La tía María avergonzada salió de la habitación y ella rompió a llorar.
-Vamos no llores. –Trató de consolarla Dani. –Yo he pagado tu compra. Y puedo ayudarte con tus hermanas.
-Gracias, pero hace mucho que no hablábamos ni nos veíamos, tu no tienes por qué ayudarme.
-Pero tú y yo éramos amigos, nos ayudábamos mutuamente. ¿O ya no te acuerdas?
-Me acuerdo, pero los años de instituto ya han pasado…
-¿Y qué? Yo sigo recordando nuestra amistad, así que te ayudaré, estás sola Laia y necesitas ayuda.
No podía negárselo, tenía toda la razón del mundo, Laia no tenía más tías ni familia, ni abuelos… Estaba sola.
La tía María y la familia de su padre nunca las habían hecho caso, ni si quiera cuando su madre murió. Además su padre siempre había sido un auténtico imbécil y mala persona, maltrataba a su madre que se divorció y no les pagaba nada de lo que judicialmente debía.
Las niñas pequeñas ni si quiera supieron que ese era su padre, solo conocían a la tía María y a su marido y porque la madre de Laia quiso. Y ella no quería que sus hermanas supieran quién era su padre, pensaba que unas niñas tan dulces no merecían un padre tan capullo.

Por la tarde Laia salió del hospital con Dani que la llevó a casa en su coche y la acompañó.
Al llegar a casa las niñas estaban allí con María. Saludaron muy contentas a su hermana y preguntaron por Dani ya que no lo conocían mucho.
-Es un amigo mio. –Dijo Laia –¡Es muy simpático así que portaros bien con él!
-Jeje vale, vale… -Dijo la más traviesa.
Dani se llevó a las niñas hacía dentro de las habitaciones para distraerlas y que así Laia pudiera hablar a solas con María.
-Bueno, ya está, ya te puedes ir. –Dijo Laia rompiendo el hielo.
-Laia, no te pongas así… Tu amigo me llamó y vine a ayudarte.
-Pues no quiero la ayuda de alguien que luego pasa de mí y dile a esa mala persona que tienes como hermano que si no nos pasa la pensión comenzaré a tomar medidas judiciales. No pienso quedarme de brazos cruzados cómo hizo mi madre y espero que nadie de tu familia venga por aquí.
María se fue de la casa viendo que ya no era bienvenida.


Pasaron los días, Dani estaba ayudando mucho a Laia, fue a buscar al colegio a sus hermanas para que así se ahorrara el costoso canguraje del colegio, que a causa de los recortes del gobierno había subido el precio, y también llevó a comer a las niñas.
Ya por la tarde en casa cuando Laia ya había vuelto de trabajar el teléfono sonó.
Era un número oculto pero Laia respondió por si era del trabajo.
-¿Diga?
-Hola, Laia. –Una voz masculina sonó al otro lado del teléfono. Era Jaime, su padre.
-¿Qué quieres tú? ¿De dónde has sacado mi número?
-Tranquila, María me lo dio. Me ha dicho que piensas tomar medidas judiciales…
-Por supuesto, a no ser que comiences a pagar la manutención de tus hijas.
-¿Pero tu te estás oyendo? ¿Te piensas que voy a pagarte algo para mantener a dos criajas que parió una mujer patética y que ni si quiera conozco?
-Tu mismo, pero si piensas que yo voy a tenerte miedo vas muy mal encaminado.
Laia colgó, no quería hablar más con ese maldito hombre.
No iba a dejarse intimidar ni acobardarse, ella no huiría como su madre.
Además ahora no estaba sola, Dani la ayudaría aun que no sabía si podía fiarse aún. Pero eso cambió con el paso de los meses, porque Dani no dejo de ayudarla ni un solo día.
-Muchas gracias Dani. Al principio pensé que no te quedarías mucho tiempo ayudándome. –Le confesó una noche.
-Entiendo, no confías mucho en la gente. Pero te juro que yo cuando me comprometo no huyo.
-Lo sé me lo has demostrado estos meses.
Los dos se llevaban muy bien y habían recuperado muy bien la relación de confianza que tenían años atrás en el instituto.
-Por cierto –Dijo Laia –Quería hablarte de algo, bueno como ya sabes Jaime, mi padre no me paga nunca la manutención de mis hermanas, así que creo que es hora de actuar. Este hombre tiene que pagar por todo el daño que nos ha causado. Supongo que ya recordarás lo que te contaba en el instituto, las veces que la pegaba delante de mí…
-Ya… Pero, ¿Qué pasó después? Desapareciste sin más.
-Lo sé… Cuando acabamos el instituto no tenía fuerzas para seguir estudiando, yo solo trataba de convencer a mi madre de que se separara de ese sin vergüenza. Pero ella no me hacía caso y seguía haciendo que todo estaba bien, hasta que se quedo embarazada de las mellizas. Un día Jaime le pego y ella se cayó al suelo estando ya de ocho meses, casi tiene un aborto. Por suerte los médicos pudieron salvarlas a las dos y mi madre tomó cartas en el asunto, denunció a Jaime y no le dejó ver a las niñas. Yo le apoyé e hice todo para que Jaime nunca se acercara a ellas, pero el denunció y pidió la custodia. Así que el juez quedó en que las niñas pasarían con él algunos fines de semana.
Pero Jaime nunca vino a recoger a las niñas y si lo hacía estaba borracho y amenazaba a mi madre, así que la policía se lo llevaba y el juez declaro que nos pasaría la manutención sin poder ver a las niñas a no ser que demostrara que estaba en condiciones de cuidarlas.
Los años pasaban y ese hombre seguía llamando a mi madre para insultarla y amenazarla, ella se puso enferma con depresión por que además había perdido el trabajo y al final acabó quitándose la vida tomando demasiadas pastillas.
Dani se quedó parado, aun que sabía que Jaime era un mal hombre que había maltratado a la madre de Laia no se imaginaba que la historia hubiera sido de tal manera.
-Vaya… Lo siento, no sabía que tu madre se suicidó…
-No te preocupes Dani. Todo pasó ya. Solo quiero que mis hermanas puedan vivir y no llegamos con solo 500 euros al mes.
-Tranquila, mañana mismo iremos a poner la denuncia.


Así a la mañana siguiente Laia y Dani fueron a la policía a denunciar que Jaime llevaba meses sin pasar la manutención que el juez le había asignado.
Allí les mandaron a los juzgados dónde podrían solicitar un abogado y ver todos los archivos del caso.
La chica de recepción les atendió amablemente y en seguida pasaron a un despacho.
-Hola, soy el Señor Martín, abogado. ¿En que puedo ayudarles?
-Encantada, soy Laia Guerrero. Verá, Jaime Guerrero mi padre y el de mis hermanas debería pasarnos una manutención que lleva meses sin pagar.
-Bien, en seguida voy a por los archivos de su caso. ¿Laia Guerrero, cierto?
-Sí, aun que quizá deba buscar por el nombre de mi madre, Diana Fernández.
-Bien, gracias.
El abogado volvió de inmediato.
-Sí, aquí lo tengo. Según esto Diana Fernández y Jaime Guerrero se divorciaron y llegaron a un acuerdo de custodia compartida que no pudo realizarse por la adicción al alcohol del señor Jaime que entonces debería estar pagando unos 250 euros de manutención a la difunta señora Diana, con lo que ahora usted Laia es la tutora de las niñas y debería estar recibiendo dicha manutención.
-Así es.
-Bien, imagino que viene usted a tomar cartas en el asunto.
-Sí, señor Martín. Yo trabajo en una pequeña empresa, solo cobro 500 euros al mes y tengo que pagar 200 de hipoteca y las facturas. Con suerte solo me quedan unos 100 euros para comprar. No puedo alimentar a dos pequeñas solo con esto.
-Entiendo, ahora mismo hablaré con el juez. Recibirá usted por correo al igual que el señor Jaime una notificación de cuando se celebrará el juicio.
-Bien, muchas gracias.

Pasó todo un mes que se hizo largo, muy largo. ¿Cuándo iba a recibir la dichosa notificación? Aun que lo que más temía era que Jaime no apareciera en el juicio o que estuviera llamándola y amenazándola cada día como hizo con su madre.
Y no es que tuviera miedo de eso, si no que no necesitaba ya más intríngulis que resolver.
Pero una mañana de finales de primavera llegó por fin la esperada carta que situaba el juicio a tres semanas después.
Laia y Dani esperaron alguna llamada de Jaime enfadado, pero no hubo nada. Y eso era demasiado raro, quién sabe si le había pasado algo a ese borracho o si iría al juicio. Fuese como fuese solo podían esperar al juicio.


Y el día llego…
Allí estaban ya todos, Laia y Dani con el abogado el Señor Martín, la hermana de Jaime… ¿Pero y él? ¿Dónde estaba él?
De pronto entró junto a otro hombre, el que sería su abogado. Laia sintió un mal presentimiento, ver a ese hombre otra vez le producía rabia y mal estar.
-Bien, ya estamos todos. El juicio puede comenzar. –Dijo el juez una vez que todos se sentaron. Después explicó el motivo del juicio y mandó subir a Jaime al estrado dónde juró decir la verdad. El señor Martín, el abogado de Laia comenzó con las preguntas.
-Bien, Señor Jaime, según estos informes usted dejo de pagar la manutención a la Señora Diana justo cuando falleció. ¿Creía usted acaso que eso significaba que ya no tenía que pagar más?
-No, Señor.
-¿Entonces, porque motivo no le pasó la manutención a su hija mayor, la señorita Laia?
-Bueno, yo… Me hice un lío con los papeles, las cuentas, ya no sabía cómo tenía que pagar la manutención. Además con mi sueldo…
-¿Su sueldo? ¿A caso no cobra usted 1.100 euros al mes, Señor Jaime? –Le cortó el abogado de Laia –Además no tiene usted que pagar hipoteca, ni grandes prestamos ni tiene a nadie a su cargo.
-A ver, yo ni si quiera he visto a esas niñas. Por eso tampoco le pasaba la manutención a Laia, por que nunca quería verme.
-¿Y no cree usted Señor Jaime que el hecho de no conocer a sus hijas y que la Señorita Laia no quisiera verle tiene que ver con su adicción al alcohol?
-Lo sé. Pero he cambiado, puede ver los análisis de los médicos, ya no bebo.
-Sí, en eso tiene razón. ¿Pero como puede saber que no volverá a recaer?
-¡Protesto! –Dijo de repente el abogado de Jaime –Eso es simplemente una suposición, no puede acusar al Señor Jaime de volver a caer en el alcohol en un futuro.
-Concedida, por favor Señor Martín. –Dijo el juez.
-Está bien, no hay más preguntas.

Después Laia subió al estrado y el abogado de Jaime comenzó con sus preguntas.
-Bien Señorita Laia. ¿Es cierto que el Señor Jaime no conoce a sus hijas pequeñas?
-Sí, Señor.
-¿Y es cierto también que usted no quería verle, ni le pidió explicaciones de por qué no le pasaba la manutención?
-Sí, Señor, pero no creo que yo debiera pedirle explicaciones, es su obligación pagarla…
-Por favor Señorita, no le he pedido explicaciones, limítese a contestar lo que se le pregunta. –Cortó el abogado a Laia. -¿Es cierto que cobra usted 500€ al mes y que 200 van para la hipoteca?
-Si, señor.
-Bien, Señoría. –Dijo refiriéndose al juez  -Por lo que yo veo la Señorita Laia no puede hacerse cargo de dos niñas con ese mísero sueldo.
-¿Bueno, y que quiere que haga?
-Por favor, Señorita Laia, guarde silencio. –Le dijo el juez. –Bien, salgamos de la sala, tenemos que decidir la sentencia.
Todos salieron, hasta que les volvieron a llamar en unos minutos, Laia estaba muy nerviosa, no entendía como ese abogado la había hecho quedar tan mal cuando la única mala persona que había allí era su padre.
Entraron de nuevo en la sala y el juez comenzó a hablar.
-Bien. Este tribunal a decidido que por causas económicas la Señorita Laia Guerrero no puede hacerse cargo dedos niñas pequeñas, pero cómo todavía esta por demostrar oficialmente que el Señor Jaime esta totalmente recuperado de su adicción las pequeñas Marina y Ariadna Guerrero serán destinadas al centro de menores hasta que podamos dictaminar las capacidades del señor Jaime Guerrero y darle a él la custodia total de las niñas.

Laia no podía creer lo que había oído. ¿Cómo iban a llevarse a sus niñas? ¿Cómo podía ser que el juez en vez de obligar a Jaime a pagar la manutención dijera que ella no podía cuidar de sus hermanas por el dinero?
Comenzó a llorar desesperadamente, y aun que Dani intentó consolarla de nada sirvió.
 Las niñas esperaban en una sala con unas cuidadoras y una asistenta social y Laia tenía que despedirse.
-¡Laia, Laia!
-Hola mis niñas.
-¿Por qué lloras?
-Escuchadme bien, os vais a ir a un sitio con muchos niños. Lo pasaréis bien y después juro que iré a buscaros.
-¿Qué?
-¿Pero, por qué? ¡Queremos estar contigo!
-Lo sé preciosas, pero no podrá ser. Además tenéis que conocer a vuestro padre. Adiós  mis princesas. Adiós…
Laia salió de la sala derrumbada y dejando a dos niñas tristes y sorprendidas. Jaime entró entonces para conocer a sus hijas.
-Vamos Laia, lo has hecho muy bien. Te juro que pondremos solución a esto, no dejaremos que ese hombre se las lleve, pero ahora has hecho lo correcto. –Trató de consolarla Dani.
Pero llegaron a casa de Laia y ella continuaba derramando lágrimas, no podía hacerse a la idea de perder de nuevo a lo que más quería en el mundo.
-Vamos, cálmate.-Le decía Dani –Mira, voy a bajar al supermercado un momento, te compraré tila, algo que te relaje. Y tu de mientras te quedarás aquí respirando profundamente ¿Vale?
Laia asintió y Dani se despidió abrazándola. –En seguida estoy aquí.

Ella trató de calmarse, de respirar hondo como le había aconsejado, pero no podía, la angustia de saber de lo que era capaz aquél hombre y saber que podía tener a las pequeñas a su cargo la mataba por dentro.
No podía soportar como solo un cruel hombre había destrozado a su madre, ahora a ella y próximamente a sus hermanas.
No podía más.
Se levantó del sofá y fue hasta el baño.
Allí abrió un armario cerrado con llave, de donde sacó un potecito de pastillas, pastillas antidepresivas, pastillas que tomaba su madre…
-Lo siento, mamá.
Laia se tomó todas las pastillas que quedaban en el bote y cayó al suelo inconsciente.
Dani entró en la casa. –Ya he llegado. ¿Laia?
No estaba en el salón, fue hasta el pasillo, la luz del baño estaba encendida y la puerta abierta.
-¿Laia? ¿Estás bien?
Al ver que no había respuesta entró. Y allí estaba, tirada en el suelo.
-¡LAIA, LAIA! –A su lado vio el bote de antidepresivos.
Con nerviosismo sacó su teléfono móvil y marcó el número de emergencias 112.
-¡Por favor necesito una ambulancia! ¡Mi amiga a tomado demasiados antidepresivos y está inconsciente! 




Con este relato quiero hacer referencia a lo mal que lo pasan algunas personas que se las apañan como pueden para alimentar a sus hijos y mantener sus hogares y a lo mal que va la justicia en este país. 
Es por eso que es un relato un poco duro aun que si os fijáis he dejado un final abierto por si me apetece continuar esta  historia algún día... 

¡Espero vuestras opiniones! :)

5 comentarios:

  1. ¡Buenas!

    He leído el relato y quiero decirte algunas cosas:

    1. Repásate de nuevo el relato, vi bastantes faltas ortográficas que no creo que sean porque no las saben si no porque no lo repasaste o te pasaron por alto.

    2. Es evidente que enfocas el marco de la historia en esta nuestra "querida" sociedad actual pero quizá quererlo hacer tan evidente ahoga la imaginación y el pensamiento del lector que se ve llevado siempre por un camino directo, sin opciones a tomar nuevas rutas.

    3. Creo que toda la historia ocurre de una manera demasiado rápida (al menos para mi gusto, obvio) y eso hace que muchas veces el lector se pierda o no pueda seguir con exactitud cómo se va enlazando la trama.

    4. Vi una cosas que quiero destacar: Es el uso de mayúsculas para denotar que un personaje está gritando. Sí es cierto que en chats y demás de internet se utiliza la mayúscula con ese sentido pero en la literatura se usan las exclamaciones y, para añadir más énfasis si es necesario, con la agregación en los diálogos. Ej: - ¡Qué bonito es vivir! -gritó Pedro.

    5. Opino que tiene una trama interesante y un fondo triste pero también real y es por ello que la historia es muy notable pero bajo mi crítica creo que podrías sacarle más a ésto y, por lo que leo de ti, sé que bien capaz eres.

    Att.
    Jael R.

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    1. Muchas gracias por tu crítica :) Es muy constructiva en cuanto pueda repasaré todas estas cosas. Cierto es que no tuve mucho tiempo de repasar bien el relato.
      También se que va rápida la historia pero eso creo que me ha pasado por el límite de páginas que según el ejercicio han de ser como mucho 5 jeje

      En fin, me has hecho muy buena crítica muchas gracias por hacerme llegar tu opinión :)
      ¡Gracias por leerme!

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  2. Hola Nerea!!! Bueno, mucho de lo que iba a decirte, te lo dijo Jael.... Sólo me falta decirte algo... Creo que le falta un poco de coherencia en el sentido que dice que ella terminó el instituto, luego la madre estuvo embarazada, las niñas nacieron, ella se suicidó (me suena a que eso pasa mínimo en 4 o 5 años), pero Laia a penas tiene 19...No sé cómo será en España, pero acá en Colombia es difícil creer que alguien termine la escuela antes de los 15 años... Así que creo que eso le quita un poco de realismo... Tal como te dijo Jael, creo que todo es por ligereza... Sólo revísalo y verás cómo cambia...

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  3. ¡Hola Nerea! Llego con retraso a leer los relatos de la gente como siempre jaja, pero bueno aquí estoy. Me ha gustado la historia y pasando por lo que te han comentado antes, yo te digo sobre otra cosa. Me ha llamado la atención el juicio, creo que te has basado en los juicios que se realizan en Estados Unidos e intuyo que el marco es España.
    En España, los juicios suelen seguir los abogados un turno de palabra que se lo otorga el juez y no se protesta, además que ni a las partes ni a los testigos se les sube a un estrado, sino que están de espaldas al público y frente al juez con un micrófono de pie, porque por lo general se les hacen pocas preguntas.
    No sé, a lo mejor deberías haber incluido unas pruebas o testigos que demostrasen unas cosas u otras y también que el abogado de la protagonista hubiera dado la posibilidad de apelar la sentencia porque podía y debía hacerlo. Al igual que haber alegado los antecedentes maltratadores del padre. También podías haber hecho alguna alegación a la legislación, no digo decir nombres de leyes ni nada, sino simplemente describir que el abogado alegó artículos indescifrables de leyes que no conocía o sentencias anteriores de hace años. Por lo general eso es lo que se hace en un juicio.
    No lo digo por nada en particular, pero pienso que en temas como estos lo mejor es darle más realismo y con pequeñas notas como estas demuestran que te has informado y quedas fenomenal.
    Yo estudio derecho y si quieres, puedes preguntarme a mí de esos temas cuando quieras que para ello estoy en el grupo de Adictos xD.
    ¡Un beso!

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    1. Ay pues que interesante, no si ahora me doy cuenta y tienes razón, me he basado en las series de Estados Unidos jaja (creo que a veces veo demasiadas) XD
      Para la próxima te preguntaré jiji
      Y bueno cuando tenga tiempo revisaré todo el texto y cambiaré lo del juicio :)
      Me encantan vuestras opiniones por que me ayudan mucho a mejorar y darme cuenta de los errores ^^

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