12 mayo 2014

Relato sin título.

¡Hola! Parece mentira que lleve casi un año sin publicar nada, no sé como lo he podido permitir. Pero no siempre es fácil compaginar las aficiones con los estudios y demás.

Para volver he escrito un pequeño relato, no tiene título ni lo he revisado porque simplemente he dejado volar mi imaginación a ver que salía y este es el resultado: 


RELATO SIN TÍTULO

Un día más llega al instituto, su mejor amiga está enferma y hoy no irá a clase.
Es un fastidio el tener que entrar sola a clase, cuando Miriam la acompaña se hace todo más llevadero y se siente más segura, sin embargo hoy ya presagia un mal día.

Nada más llegar al pasillo todos la miran y cuchichean, se oyen algunas risas en voz baja y Amelia mira al suelo ruborizada. No entiende porqué se han de reír de ella, es tan normal como las demás pero parece que no encaja con sus compañeras.
Por fin llega el profesor que abre la puerta del aula, todos entran pero una chica pelirroja se queda parada en la puerta y le hace la zancadilla a Amelia que se cae al suelo.
Todos se ríen de ella a carcajadas y la chica que ha provocado la situación sonríe con malicia mientras sus amigas le guiñan el ojo.

Amelia se queda un instante en el suelo mientras sus compañeros siguen riendo. ¿A que espera? Es obvio que nadie va a ayudarla, se levanta sola y de nuevo avergonzada va hasta su asiento. El profesor pide silencio y la clase de historia comienza.
Por lo menos mientras el profesor explica no pueden molestarla y se guarda silencio. Pero la hora pasa rápido y suena el timbre, el profesor se marcha.

Amelia desea que esos cinco minutos pasen cuanto antes y llegue la próxima clase, está cansada de las burlas, de los insultos. Miriam es siempre la que la defiende a ella y ahora que no está sus compañeros se aprovechan.
La misma que le hizo la zancadilla en la puerta se acerca a su mesa junto a otras compañeras, por lo visto nunca se cansan.
– Hola Amelia, no sabíamos que te gustaba comer el suelo – le dice.
– Dejadme, no quiero problemas… –responde Amelia hablando muy flojo.
– Lo siento pero no te oímos si hablas tan bajito – contesta otra de las chicas con un tono muy despectivo.
Amelia cierra los ojos, siente que está viviendo una pesadilla y quiere despertar.
– ¿Qué hace cerrando los ojos? ¿Está loca? – todas ríen y una se sitúa detrás de la silla de Amelia.
– Sí, está loca y además es muy torpe – la chica agarra la silla y la empuja hacia atrás provocando que Amelia se caiga y grite del susto.
Todas las chicas se ríen y otros compañeros que miran también, Amelia no puede remediarlo más y empieza a llorar, además se ha hecho daño al caer.

Sin que ella ni nadie lo esperé Yael se levanta, todas las chicas de clase opinan que es guapísimo, le admiran y quieren salir con él aunque ninguna lo ha conseguido.
Se acerca y le da la mano a Amelia ayudando a que se levante.
– ¿Cómo podéis hacerle esto? Sois asquerosas… –. Todas las chicas se quedan de piedra ante la reacción de Yael. Amelia tampoco entiende que el chico más guapo de clase le defienda cuando nunca antes lo había hecho pero lo agradece.
– ¿Estás bien, Amelia? –. Esta no es capaz de responder e intenta secarse las lágrimas – vamos fuera.
Yael ayuda a Amelia a tranquilizarse y cuando ve que se encuentra mejor retoma la conversación.
– ¿Te encuentras mejor?
– Sí, gracias por ayudarme…
– De nada, no sé porque llevo tanto tiempo dejando que se metan contigo, supongo que como veía que Miriam te defiende pensaba que no me necesitabas.
– Nunca hablas conmigo, no entiendo que ahora me defiendas y me digas esto aunque te lo agradezco… – Amelia tiene algo de vergüenza pero no puede seguir callando, está harta de que le tomen el pelo.
– Tienes razón nunca hablamos y lo siento me gustaría mucho que eso cambiara –Yael le sonríe y ella no puede evitar devolverle otra, es muy extraño que de repente el chico más guapo de clase le diga todas estas cosas y pretenda acercarse a ella pero le gusta, quizá su vida empiece a cambiar. ­–Bueno, deberíamos entrar a clase.

Y así los dos vuelven a entrar ante la atenta mirada de todos, el profesor les regaña por llegar tarde y los dos se disculpan.
El resto del día Yael y Amelia siguen hablando y conociéndose, Amelia se siente esperanzada e ilusionada. Parece que al fin cambia su suerte.


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